Intifada es el nombre que recibe el movimiento de protesta y rechazo del pueblo palestino contra la ocupación zionista, y contra la brutal represión de la que ha sido y es objeto en todos los campos. Es por tanto, un levantamiento que surge de las propias masas populares, y no de una organización en específico. Y se concreta en luchas callejeras, o sea, en una desigual lucha de piedras en manos palestinas contra tanques, cañones y las más sofisticadas armas sionistas.
Jóven palestino participando en la Intifada |
La Primera Intifada tuvo lugar en 1987, y duro hasta 1993. Fue un
levantamiento de todo el pueblo palestino que sirvió para desenmascarar la horrible
realidad de la ocupación pero, sobre todo, para mostrar las potencialidades
encerradas en ese mismo pueblo, constituyendo un despertar de la conciencia
identitaria de la población. Su fuerza, entre otras cosas, hizo insostenible y
onerosa la ocupación para Israel, desencadeno
un vasto apoyo internacional a la causa palestina y permitió recabar un apoyo sin precedentes para el pueblo
palestino dentro de la propia entidad zionista.
Estos positivos
resultados, sin embargo, significaban un grave peligro para la entidad
zionista. El imperialismo y los reaccionarios árabes empujan entonces a la
dirigencia zionista a entrar en negociaciones, que, bajo el pretexto de buscar
“paz”, les permitiera aliviar no sólo su economía, sino la carga que
representaba la represión de los movimientos de resistencia que crecían y se
robustecían en el interior. Este papel lo jugarían los Acuerdos de Oslo, firmados
en 1993, con los que, entre otras cosas, se crea un órgano administrativo con
la denominación de Autoridad Nacional Palestina (ANP), una de cuyas funciones
será desarmar los grupos palestinos armados, controlar la violencia y mantener
a raya a su población. O lo que es lo mismo, crean una autoridad civil
palestina sometida a sus intereses, desarrollando con ella a su vez, una burguesía palestina atada
políticamente a los gobiernos reaccionarios árabes y, en lo económico, a las
transnacionales y al capital sionista.
Para inicios del siglo
actual Palestina había sido desgastada por años de negociaciones estériles; con
una dirigencia dividida y carcomida por sus contradicciones internas, cuya
lucha había logrado para el pueblo sólo un pedazo de tierra seca sin los más
mínimos servicios (agua corriente, luz...) y una tremenda dependencia económica,
con la mitad de su población en la diáspora y con otra golpeada a la vez por la
pobreza y la crisis económica, la represión militar zionista y los abusos de la
propia policía palestina en los islotes que habían quedado bajo la ANP,
reinando en ellos la persecución y el terrorismo político.
Por ello, la Segunda Intifada, que empezó en
septiembre de 2000 y duró unos cinco años, no tomo por sorpresa a los zionistas
que entre otras cosas, seguía atentamente las dificultades palestinas. Y sus
causas estuvieron asociadas no sólo a la
ocupación y a la brutal represión zionista sino también, como no es difícil
comprender, a la falta de logros y
perspectivas en el proceso de paz, estando dirigida a su vez contra la ineficiencia de la recién creada ANP
que no había podido resolver los problemas más acuciantes que enfrentaba la
población.
La conjunción de esta
Segunda Intifada con el endurecimiento de la política zionista con el ascenso
al poder como primer ministro de Israel de Ariel Sharon y de George Bush a la presidencia de
Estados Unidos, combinada con los
atentados del 11 de septiembre, marcará, sin embargo, un momento de cambio,
pero para mucho peor, para la Causa Palestina, comenzando Israel la
construcción del Muro de Separación, acción
declarada ilegal por la Corte Internacional de Justicia de la Haya en el 2004.
Niño palestino frente al muro del apartheid |
Hoy, los palestinos están desarrollando
un nuevo levantamiento popular, lo que ya se está llamando la Tercera Intifada, que está siendo
protagonizado por una nueva generación palestina, la de los más jóvenes, que
está dispuesta a lanzarse nuevamente a la lucha. Y la cual, junto a las razones
de las anteriores: la ocupación y el papel de gendarme de la ANP, suma ahora también, estimulada por el
gobierno, la violencia de los
colonos israelíes - que han robado más territorio, se han asentado en tierras
palestinas y queman y roban cosechas –, la de los grupos israelíes extremistas.
Proceso que se ha disparado aún más en los últimos años. Así como las provocaciones y ataques en la
Explanada de las Mezquitas, en la Ciudad Vieja de Jerusalén, donde se encuentra
la mezquita de Al Aqsa, tercer lugar más sagrado para el islam.
Dada la importancia de
esta temática, ofrecemos a continuación dos trabajos que la abordan.
La Autoridad Nacional Palestina
ANNUR Latino, 19 octubre, 2015
La Tercera Intifada es una Intifada que tiene algunas variaciones con
respecto a las dos anteriores. Vale decir que en las anteriores el pueblo
palestino completo estuvo movilizado permanentemente en las calles luchando
contra la ocupación zionista, y todas las organizaciones de resistencia colaboraron
o participaron en ella directa o indirectamente. Pero todos estaban
involucrados, es decir, era la movilización de un pueblo porque ya era
insostenible al igual que lo es hoy.
Anti-Zionist Orthodox Jews join pro-Palestinian counter-protest against pro-Israeli rally in New York City, 18 october 2015.
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La diferencia que hay ahora es que la Autoridad Nacional Palestina (ANP) -
entendida como un instrumento que administra toda una situación derivada de
Oslo, y que prácticamente ha significado la detención de la Revolución
palestina - está administrando la ocupación zionista dado que, en el fondo, le está solucionando el
problema de la ocupación al estado de Israel, y la misma no tiene ni autoridad,
ni está en función de los intereses del pueblo palestino. Por tal razón hoy en
día, nuestros muchachos, los jóvenes palestinos que están en las calles, están
luchando contra la policía zionista, su ejército de ocupación, y también contra
alrededor de 500 000 colonos en Cisjordania. Todo ello bajo la mirada
silenciosa de la ANP. Lo que podría significar perfectamente la intifada podría
continue hasta la salida de la ANP de ese gobierno.
Eso por un lado, y por otro, esta tercera intifada está mostrando también algo
que antes no existía, pero hoy si se da y con fuerza. Y es el hecho de que los
propios elementos judíos anti sionistas, y los no sionistas o judíos por la
paz, están saliendo a protestar en contra del gobierno del criminal Netanyahu.
De modo que estos dos aspectos hacen ver que la situación es insostenible tanto
para los palestinos como para muchos judíos no sionistas, de modo que es
posible esperar la profundización de esta intifada, y también ataques militares
a Gaza para intentar acorralar a Hamas
en ese territorio y no pueda entrar en escena en Cisjordania.
En este escenario complejo, los Comités de Resistencia Popular - que son las
organizaciones juveniles que tienen a los jóvenes en las calles, van más allá
de la Organización para la Liberación de Palestina, y más allá de la ANP. Y surgen
con más fuerza que nunca porque emergen de la lucha de las calles en contra la
opresión, la discriminación, la segregación, la explotación, el crimen, el robo
y el asesinato selectivo constante.
Soldados israelíes disparan contra jóvenes |
La coordinación entre los "servicios" de la Autoridad Palestina e Israel
Por Jorge Altamira, 2 nov 2015
El viernes pasado tuvieron lugar huelgas y manifestaciones en
Cisjordania contra la ocupación sionista en la llamada “jornada de la ira”. The
New York Times (NYT) del domingo siguiente hace referencia a un aspecto crucial de la
situación en el terreno: la colaboración entre las fuerzas de seguridad de la
Autoridad Palestina y las del estado de Israel para combatir esa oposición a la
ocupación. “Bajo los acuerdos que comenzaron con los tratados de Oslo hace dos
décadas, se atribuyó a la coordinación entre la Autoridad Palestina y los
israelíes en Cisjordania el crédito por el mantenimiento de la calma que ha
sido desbaratada en las semanas recientes, así como en la neutralización de los
rivales del presidente Mahmoud Abbas”. Este pacto represivo es, en realidad,
muy anterior a los acuerdos de Oslo, como quedó de manifiesto en la Gaza, antes
de las victorias de Hamas, cuando la seguridad en la franja estuvo a cargo de
una fuerza palestina entrenada por la CIA. Este entrenamiento ha proseguido
como consecuencia de aquellos acuerdos. Un reportero israelí le cuenta al NYT
que en el pico de esta coordinación entre la seguridad de la AP y el sionismo,
se producían “cinco reuniones diarias”, y cada semana entre los jefes máximos
de cada lado. “Los dos lados compartían información de inteligencia sobre
militantes sospechosos, y los oficiales palestinos eran notificados de las
razzias de detenciones de Israel en las ciudades de Cisjordania que se
encontraban bajo control ostensible de los palestinos”. El NYT añade: “Quizás
más evidente, y más irritante para muchos palestinos, sus fuerzas de seguridad
han tratado por años de bloquear las manifestaciones violentas en los
puestos de control de Israel o en la cercanías de las colonias israelíes”. ¿No
es claro, entonces, que ninguna Intifada puede aspirar a la victoria sobre los
ocupantes sionistas sin el reemplazo de ese gobierno ‘quisling’ por una fuerza
revolucionaria?
El artículo del NYT describe precisamente esta realidad cuando señala que “los chicos (por la juventud que pelea con hondas y piedras) ven a esas fuerzas de seguridad en la línea de frente de la ocupación”, en tanto que “los funcionarios de seguridad de la AP temen que los manifestantes tornen la violenta sublevación contra Israel en su dirección”. Esta conclusión, postulada en una entrada anterior en esta página de Facebook, ha superado la etapa de la hipótesis y es consciente por parte de los luchadores, de un lado, y de los represores palestinos, del otro.
El reportaje del diario norteamericano se centra en la crisis que han creado las luchas recientes en la relación entre los servicios de uno y otro lado. Observa, sin embargo, que “En marzo, la OLP votó suspender toda colaboración, en un paso que fue visto como puramente simbólico”. Aunque un vocero de la OLP admitió que “el status quo no puede continuar, ello no significa que la AP pueda simplemente cancelar esos acuerdos de una vez. Nuestra seguridad no sobreviviría sin esa coordinación. Incluso nuestros cartuchos de balas tienen que ser aprobados por ellos – en referencia a los israelíes” (!!). “Varios expertos palestinos e israelíes dicen que la coordinación ha continuado durante la crisis, aunque con tensiones. Un grupo palestino de derechos civiles, Addameer, ha registrado 800 palestinos arrestados por fuerzas israelíes este mes, incluso en Cisjordania, en allanamientos ayudados por la coordinación. Las fuerzas palestinas pueden haber ayudado o incluso requerido algunos de los más numerosos arrestos efectuados por Israel”. Analistas citados por el NYT suponen que un ahondamiento de las movilizaciones podría quebrar políticamente a los servicios palestinos y su colaboración con los servicios sionistas.
Es claro que la lucha palestina enfrenta un desafío estratégico, con mayor razón si se produce una ruptura de estos lazos represivos: cambiar su dirección política, que en este caso goza de un cierto poder estatal, sostenido por el sionismo y los principales estados capitalistas. Aunque en Gaza la situación es diferente, el gobierno de Hamas tiene pactos y acuerdos con la AP, ejerce un fuerte control policial sobre el pueblo y no sigue una línea independiente de los estados del Golfo que lo patrocinan. La lucha por una verdadera dirección independiente y revolucionaria debe agrupar en un solo polo a los luchadores de Cisjordania y Gaza.
El artículo del NYT describe precisamente esta realidad cuando señala que “los chicos (por la juventud que pelea con hondas y piedras) ven a esas fuerzas de seguridad en la línea de frente de la ocupación”, en tanto que “los funcionarios de seguridad de la AP temen que los manifestantes tornen la violenta sublevación contra Israel en su dirección”. Esta conclusión, postulada en una entrada anterior en esta página de Facebook, ha superado la etapa de la hipótesis y es consciente por parte de los luchadores, de un lado, y de los represores palestinos, del otro.
El reportaje del diario norteamericano se centra en la crisis que han creado las luchas recientes en la relación entre los servicios de uno y otro lado. Observa, sin embargo, que “En marzo, la OLP votó suspender toda colaboración, en un paso que fue visto como puramente simbólico”. Aunque un vocero de la OLP admitió que “el status quo no puede continuar, ello no significa que la AP pueda simplemente cancelar esos acuerdos de una vez. Nuestra seguridad no sobreviviría sin esa coordinación. Incluso nuestros cartuchos de balas tienen que ser aprobados por ellos – en referencia a los israelíes” (!!). “Varios expertos palestinos e israelíes dicen que la coordinación ha continuado durante la crisis, aunque con tensiones. Un grupo palestino de derechos civiles, Addameer, ha registrado 800 palestinos arrestados por fuerzas israelíes este mes, incluso en Cisjordania, en allanamientos ayudados por la coordinación. Las fuerzas palestinas pueden haber ayudado o incluso requerido algunos de los más numerosos arrestos efectuados por Israel”. Analistas citados por el NYT suponen que un ahondamiento de las movilizaciones podría quebrar políticamente a los servicios palestinos y su colaboración con los servicios sionistas.
Es claro que la lucha palestina enfrenta un desafío estratégico, con mayor razón si se produce una ruptura de estos lazos represivos: cambiar su dirección política, que en este caso goza de un cierto poder estatal, sostenido por el sionismo y los principales estados capitalistas. Aunque en Gaza la situación es diferente, el gobierno de Hamas tiene pactos y acuerdos con la AP, ejerce un fuerte control policial sobre el pueblo y no sigue una línea independiente de los estados del Golfo que lo patrocinan. La lucha por una verdadera dirección independiente y revolucionaria debe agrupar en un solo polo a los luchadores de Cisjordania y Gaza.
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