30 de noviembre de 2016

Mi dolor


Alguien cercano a mí, hoy me escribió desde Cuba lo siguiente: Hay un ambiente de respeto y tristeza, y reina un silencio constante. Te hablo por el lugar donde vivo, que normalmente es bullicioso y lleno de personas. El aire está como denso y lleno de dolor. Se ha sentido mucho la pérdida.  

Y así es. El pueblo de Cuba llora a su Comandante en Jefe.

Y yo, aunque me encuentro lejos de mi Patria, al igual que todo mi pueblo siento un profundo dolor. No podría ser de otro modo. Cuando la Revolución dirigida por Fidel triunfa apenas era una adolescente, y lo que soy se lo debo a ella. A mi dolor por su muerte física  se ha sumado el de ver como los "gusanos" de Miami mostraron una vez más que merecen esa denominación, arrastrándose sumisos con la bandera de Estados Unidos como estandarte y regocijándose con el pesar de los que si realmente somos cubanos, porque no sólo nacimos allí sino que, además, sentimos el orgullo de serlo porque Fidel nos lo regresó, y llevamos  nuestra Patria y sus enseñanza en el corazón cualquiera sea el lugar donde estemos. La reacción de esos "gusanos" ha sido cochornosa. Hasta los que no piensan como Fidel  no dejan de reconocer su valía.

Y se ha sumado también el dolor de ver reproducidas y ampliadas las mentiras sobre mi país. Un país que, a diferencia de los propios Estados Unidos, ningún policía maltrata a la población, donde el respeto al hombre es lo principal, donde  - a pesar del salvaje bloqueo que le han impuesto - no se escatima gasto para asegurar la salud, la educación. Y, como señalara Jean Mendelson, quien fuera Embajador de Francia en Cuba durante cinco años, Cuba tampoco tiene nada que ver con prácticas aún frecuentes en los países vecinos considerados como democráticos: en Cuba no hay ni asesinatos políticos, ni ejecuciones extra judiciales, ni secuestro o desaparición de estudiantes, de sindicalistas o de periodistas disidentes; desde hace cinco años, así parece, ya no hay condenados detenidos por motivo político en las prisiones cubanas[1].

Fidel, invicto, pertenece a la historia.

El dolor es profundo, pero sus ideas, ejemplo de lucha y dignidad permanecerán por siempre.

¡Viva por siempre Fidel y la Revolución Cubana!

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