Por Yusuf Fernandez
Un avión F-16 derribó a un
bombardero táctico ruso SU-24 que estaba realizando una misión de combate
contra los terroristas protegidos por Turquía al norte de la provincia
fronteriza de Latakia. El avión fue abatido a un 1 km de la frontera dentro del
territorio sirio, lo cual supone no sólo una agresión injustificada contra
Rusia sino también la violación de la soberanía siria.
Turquía dijo que el aparato ruso
había entrado en el espacio aéreo ruso y lanzado hasta 10 advertencias al
avión. Esto, sin duda, hubiera requerido una dilatada permanencia del aparato
ruso en el espacio aéreo turco. EEUU, por su parte, respaldó en un primer
momento la versión turca para luego echarse atrás y hablar de “unos escasos
segundos” de permanencia del avión ruso en el espacio aéreo turco.
Rusia, por su parte, ha desmentido
tales alegaciones señalando que posee los registros del vuelo y que ellos
muestran que el aparato permaneció en todo momento en el espacio aéreo sirio,
extremo éste que fue confirmado por el piloto superviviente que fue rescatado
por un comando sirio. Además, en caso de haberlo hecho durante “unos segundos”,
eso no legitima el derribo del aparato, que no llevaba a cabo ninguna operación
hostil contra Turquía y no fue contactado por el aparato turco.
En realidad, se trató de una
provocación militar sin precedentes que pone de manifiesto la irritación turca
hacia la intervención militar rusa en Siria, que amenaza con lograr el desplome
de los grupos terroristas a los que Turquía ha venido apoyando durante cinco
años. En este sentido, la falsa justificación turca del derribo del aparato no
puede ser más hipócrita: la defensa del espacio aéreo y la soberanía turca.
Turquía lleva, de hecho, una guerra de agresión encubierta contra Siria
mediante el apoyo a grupos terroristas. Esto supone no sólo una violación de la
soberanía siria, sino una abierta y total agresión contra el país vecino que
viola la Carta de las Naciones Unidas y los principios más básicos del Derecho
Internacional.
La destrucción de los camiones
cisterna del EI, que permitían al grupo transportar el petróleo sirio e iraquí
robado a Turquía, puede haber irritado a Ankara, pero lo que el régimen de
Erdogan realmente quiere es intentar expulsar a Rusia de Siria para poner en
práctica su objetivo de lograr un cambio de régimen en este último país
mediante la instalación de un régimen extremista integrado por vasallos turcos
en un sueño imposible de recreación del Imperio Otomano con Erdogan como
sultán. EEUU apoya tales planes por sus propias ambiciones geoestratégicas.
Poco después del incidente,
Erdogan ofreció una nueva versión donde señaló que había actuado para “defender
a nuestros hermanos”, es decir, los grupos terroristas que actúan en Siria y
concretamente los que se hallaban en el Monte de los Turcomanos, en el norte de
Latakia, que han estado siendo atacados por los aparatos rusos, incluyendo el
que fue derribado. El Monte de los Turcomanos se ha convertido, de hecho, en
uno de los principales focos del terrorismo en Latakia y, por tanto, en un
objetivo prioritario para la aviación rusa. El régimen turco intentó también
explotar políticamente el incidente del avión para presentarlo internamente
como una prueba del “poder y prestigio” de Turquía.
No cabe duda de que el régimen
turco quería también, mediante su agresión, elevar la moral de los terroristas
en Siria, que han estado retrocediendo, o mejor huyendo, del avance del
Ejército sirio. El derribo del avión no ha sido, en este sentido, la única
provocación de Ankara. Recientemente, un vehículo que llevaba a periodistas
rusos que querían cubrir los combates en la provincia de Latakia fue objeto de
un ataque.
Tras su provocación Turquía buscó
refugiarse rápidamente tras el paraguas de la OTAN con el fin de evitar una
represalia militar rusa. Algunos socios europeos no mostraron, sin embargo, un
especial entusiasmo por defender a Turquía. El presidente checo Milos Zeman,
por ejemplo, acusó a Ankara de mantener tratos con el EI y se preguntó sobre la
oportunidad de derribar un avión que estaba luchando contra el terrorismo.
La provocación turca ha sido
también un error en lo que se refiere al adversario. Rusia es un rival
demasiado poderoso para Ankara. Tiene muchas formas de llevar a cabo una
represalia contra Turquía sin llevar a cabo una respuesta militar directa.
En el terreno militar, Rusia
desplegará misiles S-400 que pueden crear una zona inexpugnable en el espacio
aéreo sirio poniendo fin así a los planes de Erdogan para crear una zona de
exclusión aérea. Rusia ha desplegado también en aguas sirias al crucero lanzamisiles
Moskva, que puede derribar cualquier blanco aéreo con misiles de largo y medio
alcance. Además, Rusia incrementará previsiblemente el número de sus tropas
terrestres en Siria.
Rusia suspenderá también
previsiblemente varios acuerdos económicos, de tipo energético y nuclear, que
iban a beneficiar grandemente a Turquía. Además, este país puede esperar una
caída larga y prolongada de visitantes rusos, que componían una parte muy
importante de su sector turístico. En este sentido, puede decirse que la
defensa del extremismo fundamentalista por parte de Erdogan está dañando
gravemente los intereses de Turquía como nación.
Rusia tiene también la opción de
apoyar clandestinamente a los rebeldes kurdos del PKK, que luchan contra el
gobierno de Ankara, y respaldar a las fuerzas turcas de oposición al régimen de
Erdogan.
Por otro lado, cabe señalar que
la reacción estadounidense de apoyo a Turquía y la declaración mentirosa de
Obama de que Turquía tenía derecho a “actuar en defensa propia”, una expresión
que recuerda a las que EEUU expresa habitualmente cuando defiende los crímenes
y agresiones de Israel, ponen de manifiesto la falsedad de las afirmaciones de
Washington de que lleva a cabo una “guerra contra el terrorismo” en Siria. En
realidad, Turquía y EEUU están tratando de proteger a los grupos terroristas en
Siria frente al Ejército sirio y los ataques de la aviación rusa y siguen
buscando llevar a cabo un “cambio de régimen” en ese país.
Algunos medios norteamericanos
han señalado que EEUU podría haber jugado un papel en el incidente del avión y
han recordado que el plan de François Hollande, expresado poco después de los
atentados de París, para crear una amplia coalición contra el EI, con la
participación de EEUU y Rusia, quedó frustrado con el derribo del avión ruso el
mismo día de la visita del presidente francés a Washington. Esto, por supuesto,
agradó a muchos en EEUU, que rechazan cualquier colaboración con Rusia y
pretenden promover una línea belicista y de confrontación con ese país.
Source: Sitio de Al Manar en
Español
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